Virtualidad = Trabajo a distancia = Teletrabajo

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  • Selva Morey
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey75@gmail.com

La modalidad virtual del trabajo, empezó de manera abrupta para todos en el infortunado ataque global del virus covid-19, en marzo de 2020. Esta se hizo obligatoria para cubrir las necesidades de comunicación y sostenimiento familiar ante la imposibilidad de libre tránsito y reuniones interpersonales impuestas por la cuarentena obligatoria. Ahora, no obstante pasado el periodo crítico para el desempeño ciudadano, podríamos adoptar la modalidad con los beneficios que conlleva proseguir con la práctica virtual, nada desechable, sino más bien inclusiva en la vida diaria en algunos aspectos que, aún constituyen perentorias necesidades por dar solución pronta a, por ejemplo: problemas temporales de salud que ahora se presentan en las personas como secuelas del virus, felizmente sin las consecuencias mortales de ese tiempo, pero sí de cuidado extremo y reglamentario aislamiento mientras dura la etapa crítica de las múltiples formas de diagnóstico médico. Mal podría hacerse al desestimar esta moderna forma de participación en la dinámica social de las comunidades, si el caso amerita en la solución de ocasionales picos de aparición de los malestares (olas de enfermedades de la población) que están ligados a otros factores que exacerban las enfermedades como el medioambiente cambiante (temporadas de excesivo calor, otras de lluvia intermitente o ambos estados climáticos a la vez) y la salud resquebrajada a consecuencia de la pandemia, aunado a la carencia y carestía (no existe medicación genérica de menor costo) de la medicación y el deplorable servicio de salud de los nosocomios, sobre todo los de atención pública, cuyas citas médicas son otorgadas con mucho tiempo de retraso ante la demanda urgente de los pacientes.

La modalidad de teletrabajo que es la permitida, autorizada y reconocida en nuestro país con la Ley 31572, contempla ampliamente sus alcances referidos en el Reglamento que la administra. Ambas modalidades, virtual y teletrabajo son lo mismo: trabajo a distancia, solo que tienen acepciones diferentes en la concepción de la ley y su reglamento, pero ello no quita que, por analogía puedan definirse circunstancias importantes para el desempeño normal de las instituciones, siendo sí, necesaria, la óptica reflexiva por parte de los autorizados a ejecutarla, teniendo en consideración los factores disímiles de nuestro país. En nuestro caso, la Amazonía tiene diferencias extremas con las otras dos regiones que la componen, empezando por el medio ambiente con dos estaciones climáticas, ambas nocivas para el organismo humano; escasa calidad y número irrisorio de centros médicos para la atención de salud; amén de la inseguridad social en las que está inmerso el país que enferma psicológicamente a la población, entre otras muchas carencias o falencias que no hace la vida grata, sino, la resignación permanente a que está sometido el hombre amazónico, al parecer sin visos de solución. Pero, es en la tarea educativa donde se puede notar mejor los beneficios que la virtualidad ofrece y el teletrabajo lo complementa. Aunque, es cuestión de liderazgo y bien entendida asunción de la función dirigencial al frente de instituciones y empresas identificadas con la región donde se evidencia la valoración del grupo humano que regenta.

En el caso específico de nuestra alma máter, tiene los suficientes argumentos para apoyar a su personal, específicamente adultos mayores, sobrevivientes de la pandemia que han quedado lesionados, con secuelas de la enfermedad que, dicho sea de paso, ningún galeno llega a diagnosticar con certeza de qué se trata, como también ocurrió con el virus, nadie sabía qué era aquello, incluso los médicos tentaban una y otra medicación en los pacientes aquejados, donde a algunos les resultaba y era lo que se consumía y a los que no, simplemente fallecían. Entonces, ¿cómo se va a negar el ejercicio de su tarea académica con la modalidad virtual?, teniendo en cuenta que esta es temporal y el personal lo solicita buscando su alivio y poder seguir ejerciendo su trabajo, porque además, a todas las carencias mencionadas, se ha sumado la insolvencia económica por los fundamentos descritos. Concluyendo: Sí se puede y necesita, que la autoridad competente ejerza un verdadero liderazgo, entendiendo y solidarizándose con quienes ahora necesitan seguir trabajando.

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Beneficios del trabajo virtual

El trabajo virtual en la rutina laboral, académica, económica, social, etc., truncada por la pandemia en marzo de 2020, como medida adoptada en el país, va siendo hasta hoy, tras dos años de enfrentamiento al virus y retomando la cuasinormalidad, una de las medidas mejor implementadas para suplir las actividades de la ciudadanía, y de a pocos, reiniciar el esfuerzo de equilibrar las múltiples acciones para continuar en el desarrollo de los pueblos y la nación.

La modalidad virtual del trabajo, ha empezado de manera abrupta para todos a pesar que ya su práctica piloto se venía estableciendo en las grandes empresas e instituciones por tiempo limitado. Sin embargo, ocurridos los sucesos de la pandemia, esta se hizo prioritaria para cubrir las necesidades de comunicación y sostenimiento familiar ante la imposibilidad de libre tránsito y reuniones interpersonales impuestas por la cuarentena obligatoria.

No obstante, no todo es malo con la modalidad en su momento impuesta por las circunstancias descritas, más bien ahora, pasando ya el periodo crítico y atisbando un horizonte mejor para el desempeño ciudadano, podríamos ensayar los beneficios que conlleva proseguir con la práctica virtual, nada desechable, sino más bien inclusiva en la vida diaria.

La economía de las instituciones públicas se ha visto fortalecida con la modalidad virtual. El trabajo administrativo ha continuado su ritmo normal, los inmuebles ya no suponen gran egreso en gastos normales de pago por servicios, mantenimiento de equipos, depreciación y otras obligaciones. El personal trabajador, se ha adecuado a la nueva forma laboral y cumple con sus funciones a cabalidad, ya no tiene grandes angustias por llegar al centro laboral o retornar a su domicilio al final de la jornada lidiando con las horas punta y la congestión del tráfico. Puede, asimismo, compaginar muy bien su trabajo con el hogar. Es más, cuando la naturaleza de la función lo exige y debe ausentarse por esta razón, el trabajador asume su compromiso con agrado.

Quizás, es en la tarea educativa donde se puede notar mejor los beneficios que la virtualidad ofrece, aunque también existen desventajas. Algunos beneficios para los estudiantes:

• El manejo del tiempo con autonomía, y el cumplimiento de sus deberes académicos de forma independiente.
• El aprendizaje y uso de las aplicaciones tecnológicas. No obstante, el proceso de cambio fue difícil porque estábamos acostumbrados a la presencialidad.
• Esta metodología de clases interactivas con actividades creativas son un acicate para mejorar su desempeño académico.
• Ahorro de tiempo por desplazamiento al centro de estudios.
• Comunicación inmediata entre maestros y padres de familia, uso de correos electrónicos, de las redes sociales.
• Al estar los adultos en casa, orientan y cuidan mejor a sus hijos, se involucran con el quehacer del estudiante generando empatía y comprensión.

La infraestructura educativa antes de la pandemia, ofrecía aulas con aforo adecuado para la tarea educativa, circunstancia que, por medidas de seguridad sanitaria, ahora debe considerarse menor número de estudiantes por aula lo que conduce a la necesidad de contratación adicional de personal docente, lo que conlleva a mayor inversión en el rubro de remuneraciones. En cambio, con la metodología virtual un docente puede atender a muchísimos estudiantes sin el riesgo, latente aún, de contagiarse y enfermar.

Sin embargo, también existen desventajas:

• Falta de interacción física que propicia empatía, solidaridad, fomenta la amistad entre los estudiantes; entonces, no se trata de reemplazar la presencialidad por las herramientas socioafectivas y cognitivas para el proceso de enseñanza-aprendizaje que se vive en el aula. Al no estar los estudiantes interactuando de manera física y los maestros observando los comportamientos que se pueden presentar en las aulas de clases y en los recreos, no es tan fácil para los docentes, psicólogos y directivas del centro educativo, evidenciar trastornos emocionales en aquellos que lo padezcan.
• Hay alumnos que no están en contacto, porque no tienen internet, no cuentan con los dispositivos electrónicos. No obstante, la mayoría de los alumnos están en línea.
• En nuestra región, no se cuenta con un servicio de internet de calidad, además, de los constantes cortes de energía por las condiciones ambientales de la Amazonía.

¿Cómo debería ser, entonces, la rutina estudiantil? Ambas modalidades pueden existir al unísono. Sin desestimar el valioso instrumento que constituye la virtualidad como método de estudio, con ventajas notorias de cercanía entre padres, hijos y maestros, coadyuvando con las tareas académicas, mejorando incluso las relaciones familiares, debemos asumir que la modalidad virtual llegó para quedarse y es necesario afianzar sus ventajas; asimismo, la presencialidad también es imprescindible por la necesidad de consolidar los valores de compañerismo, amistad y solidaridad entre los estudiantes en la etapa más hermosa de su vida.