Sin docentes no hay futuro: reflexiones sobre el Día del Maestro Peruano

(Imagen:La Educación Rural una Nueva Visión hacia un Futuro Mejor (Blog del 14/11/2019))

- Josefa Alegría Ríos Gil
- Docente de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
Cada 6 de julio se celebra en el Perú el Día del Maestro, una fecha que nos permite no solo rendir homenaje a quienes eligieron la enseñanza como proyecto de vida, sino también reflexionar críticamente sobre los desafíos estructurales que enfrenta esta noble profesión. Ser maestro en el Perú implica mucho más que enseñar: es una elección ética, vocacional y profundamente transformadora. Sin embargo, para que esa elección tenga impacto real en la vida de los estudiantes y en la mejora de la calidad educativa, requiere una sólida formación inicial, condiciones dignas de ejercicio profesional y políticas sostenidas de reconocimiento y desarrollo docente.
La elección de formarse como docente: una decisión ética, social y transformadora
Elegir formarse como docente en el Perú no es una decisión sencilla ni inmediata. Supone un acto de profunda convicción y compromiso con la transformación social, especialmente en un país marcado por desigualdades estructurales, brechas educativas y una diversidad cultural que exige enfoques pedagógicos inclusivos y contextualizados. En ese sentido, ser maestro o maestra no solo implica el deseo de enseñar, sino también el compromiso de aprender constantemente, de formarse con rigurosidad y de ejercer la docencia como una vocación de servicio público.
La elección de esta carrera suele estar motivada por experiencias personales positivas con docentes referentes, por el deseo de contribuir al desarrollo de la niñez y adolescencia, o por una genuina pasión por la enseñanza. Sin embargo, también está condicionada por factores estructurales como el acceso limitado a otras carreras profesionales, las oportunidades económicas o las expectativas familiares. Esto hace necesario que, desde las políticas públicas y la sociedad en su conjunto, se promueva un reconocimiento más profundo de la docencia como una profesión estratégica para el desarrollo del país, atrayendo a jóvenes con talento, liderazgo y sensibilidad social.
Para que esta elección sea sostenible, es fundamental garantizar trayectorias de formación inicial de alta calidad, acceso equitativo a las instituciones formadoras, acompañamiento vocacional y condiciones dignas para el estudio. En países como Finlandia o Singapur, por ejemplo, el proceso de admisión a las carreras de docencia es altamente selectivo y va acompañado de una formación intensiva tanto en teoría pedagógica como en práctica reflexiva, lo que contribuye a construir una identidad docente sólida desde el inicio (Barber & Mourshed, 2007; OECD, 2019).
En el contexto peruano, esta reflexión cobra mayor relevancia ante la urgencia de mejorar la calidad educativa en zonas rurales, amazónicas y de alta diversidad cultural, donde el docente debe estar preparado no solo para enseñar, sino también para mediar con sensibilidad cultural, fortalecer identidades y acompañar procesos de desarrollo integral.
El rol de las instituciones formadoras en la construcción del perfil docente
Las facultades de educación y los institutos superiores pedagógicos tienen la responsabilidad indelegable de garantizar una formación inicial coherente con los retos del siglo XXI. Esto implica diseñar mallas curriculares que integren:
• Fundamentos humanísticos sólidos (ética, filosofía, antropología, psicología del desarrollo).
• Una formación técnica y pedagógica rigurosa (didácticas específicas, evaluación formativa, diseño curricular por competencias).
• El dominio de recursos tecnológicos aplicados a la enseñanza (plataformas virtuales, inteligencia artificial, herramientas digitales para el aprendizaje personalizado).
• Una comprensión profunda del contexto regional, nacional e internacional, con enfoque intercultural y territorial.
Un docente bien formado es capaz de responder a los desafíos de sus estudiantes, adaptar metodologías a contextos cambiantes y convertirse en un referente de ciudadanía crítica y transformadora. Por ello, las instituciones formadoras deben establecer estándares de calidad exigentes, promover la investigación educativa y fortalecer la articulación con las escuelas y comunidades para una formación situada.
Hay que tener en cuenta, que la educación no es solo transmisión de saberes, sino construcción de vínculos, valores y sentido. En ese marco, el componente humanístico de la formación docente no puede ser periférico ni decorativo: debe ser el eje que atraviese toda la práctica pedagógica. La ética profesional, la empatía, el respeto por la diversidad, la comunicación efectiva y el desarrollo socioemocional son competencias fundamentales para todo maestro que aspire a guiar procesos de aprendizaje significativos. El maestro debe ser, ante todo, una persona íntegra, con capacidad de escucha, con autoridad moral y con compromiso con la justicia social. En un mundo hiperconectado, donde los riesgos de la deshumanización educativa son reales, es urgente apostar por docentes que piensen, sientan y actúen con sentido humanista.
El rol del Estado: políticas para el bienestar y desarrollo profesional docente
En todo sistema educativo, el Estado tiene la responsabilidad indelegable de garantizar las condiciones estructurales que aseguren el ejercicio pleno, digno y eficaz de la profesión docente. Esta responsabilidad implica no solo implementar políticas educativas orientadas al mejoramiento de los aprendizajes, sino también desarrollar estrategias específicas que reconozcan, valoren y fortalezcan el rol docente como eje articulador del sistema.
En el contexto peruano, la Ley de Reforma Magisterial (Ley 29944) ha representado un avance importante al establecer una carrera pública meritocrática basada en el desempeño y la evaluación, así como al definir el desarrollo profesional docente como un proceso continuo. Sin embargo, persisten desafíos estructurales relacionados con la equidad territorial, la estabilidad laboral, el acceso a formación pertinente y el bienestar integral del magisterio.
Una política integral de desarrollo docente debe considerar, al menos, los siguientes componentes:
• Mejores condiciones laborales y remuneraciones justas.
• Incentivos a la trayectoria profesional con base en el mérito y la equidad.
• Programas de formación continua vinculados a la innovación y el desarrollo regional.
• Acceso a vivienda, salud, conectividad y bienestar integral en todo el ciclo profesional.
• Participación docente en el diseño de políticas públicas educativas.
Estas medidas deben formar parte de una política de Estado sostenida, que revalore la profesión docente como pieza clave del sistema educativo. La evidencia internacional es clara: ningún sistema educativo supera la calidad de sus maestros (Barber & Mourshed, 2007).
Conclusión: Cuidar al maestro, cuidar el aprendizaje
Celebrar el Día del Maestro es más que agradecer: es comprometerse con la transformación de su formación, su reconocimiento y su bienestar. Un buen maestro puede cambiar el destino de una persona, una comunidad y un país. Por ello, si queremos mejorar el sistema educativo, debemos cuidar a quien está en el centro del proceso: el docente.
Invertir en su formación, dignificar su trabajo y reconocer su rol como constructor de ciudadanía es una decisión estratégica, ética y urgente. Solo así podremos asegurar que nuestros estudiantes aprendan más y mejor, en contextos seguros, inclusivos y alentadores.
Bibliografía
1. Barber, M., & Mourshed, M. (2007). How the world's best-performing school systems come out on top. McKinsey & Company.
2. Brunner, J. J., & Elacqua, G. (2003). ¿Quién financia la educación superior en América Latina? Banco Mundial.
3. Cuenca, R. (2019). El buen maestro: reflexiones sobre la profesión docente. Fondo Editorial PUCP.
4. Minedu. (2018). Política Nacional de Desarrollo Docente al 2030. Ministerio de Educación del Perú. https://www.gob.pe/institucion/minedu
5. Unesco. (2021). Docentes en América Latina y el Caribe: Nueva mirada a los sistemas de carrera docente. Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (Orealc/Unesco Santiago).