Medios de comunicación en la opinión del papa Francisco

(Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa) / Diarios. Foto: Pixabay, dominio público

  • Selva Morey Ríos
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey75@gmail.com

Como cabeza de la Iglesia católica y la apertura a las comunicaciones que ocurrió desde el Concilio Vaticano II, el papa Juan Pablo II, da inicio a una nueva era. Comienza a mezclarse con las personas, a salir del Vaticano de forma asidua, haciendo viajes por todos los continentes y apareciendo en los medios de comunicación: radio, televisión, videoconferencias, internet y SMS; con el cometido de conocer a su grey y hacerse partícipe de la vida de todos como un ser humano más, común y corriente, crítico, orientador y conciliador. El actual pastor de la Iglesia, Jorge Mario Bergoglio, Francisco I, que es el 266° papa en la sucesión de la Iglesia católica; también cumpliría aquello que anunciaba san Pablo: "por toda la tierra se ha difundido su voz y hasta los confines de la tierra sus palabras" (Rom 10,18), iniciado por su predecesor, involucrándose en la problemática diversa del mundo para la guía espiritual y de conducta humana.

En este contexto, el papa Francisco sostuvo una entrevista con el periodista y comediante Jordi Évole en el programa español Salvados de la MVT de España acerca del papel importante que cumple la prensa escrita, medios en general, en el mundo. Sus declaraciones no hacen más que confirmar su oposición a la metodología de este gran cuarto poder en el mundo.

Inicia indicando las cuatro formas lesivas que perjudican a la dignidad de las personas a partir de los medios masivos de comunicación. Se refiere a la desinformación, la difamación, la calumnia y la coprofilia. Dice Su Santidad que los medios de comunicación no transmiten información cierta, ajustada a la verdad y más bien, no se sabe por qué, participan en la desinformación que hace un gran daño a los consumidores; porque crea dudas, suspicacia, malos entendidos que no propician tranquilidad, serenidad ante los hechos que ocurren en variados aspectos en el país, en el mundo. Va contra el derecho de informarse completa y cabalmente de los sucesos que sean; algo que no ocurre porque solo informan la mitad de la noticia, informan mal.

La difamación —dice— trae a la actualidad ocurrencias que han denigrado a las personas en el pasado y por las que han cumplido las sanciones reglamentarias con la ley, al punto de haber resarcido la deuda y quedar totalmente limpio. Entonces no pueden sacar por los medios de comunicación una historia superada. Sin embargo, no es así, se actualiza el pasado constantemente. Todos tienen derecho a la reputación.

Con respecto a la calumnia: “Hay medios de comunicación que calumnian sin ningún problema”, a la pregunta de dónde sacó esa versión, “lo vi en la televisión o leído en algún diario…” es la respuesta popular. Los medios de comunicación tienen un enorme poder, ¿quién podrá hacerles juicio? NADIE, por eso calumnian impunemente.

Por último, “la coprofilia, palabra técnica para referirse al amor a la cosa sucia, literalmente; el amor a la caca, amor a los escándalos. Viven de eso, sean o no verdaderos, la mitad verdadero o no” y concluye, “un comunicador que esté siempre examinando esos cuatro defectos es una flor de comunicador”.

Comunicar es una función vital, es un trabajo importante, porque el hecho está dirigido a la gran masa que, al final, es la que se forma opinión y transmite su pensamiento. Sin embargo, algo tendrá que modificarse, cambiar, para no caer en las actitudes negativas a las que se refiere Su Santidad. Incluso en el diálogo amical, social, la repetición de ocurrencias que no han sido confirmadas por organizaciones serias y comprometidas con la paz social, no solo es nociva para quien las padece, sino influye negativamente en los jóvenes que están formándose, y aún creen en la integridad de sus mayores. En resumen, si aspiramos a mejorar las condiciones emocionales, psíquicas, de la sociedad en la que vivimos, me parece, que sería prudente ser cautos en la difusión de cuanta información recibimos y a las cuales estamos expuestos todo el tiempo.