Todos somos educadores

(Imagen: Consejo Nacional de Educación (Centenares de loretanos superaron reto “Todos somos Educadores”))

  • Josefa Alegría Ríos Gil
  • Docente de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • jriosgil@yahoo.com

Todos somos educadores es el lema que el Consejo Nacional de Educación (CNE) y el Ministerio de Educación están utilizando en el marco de la construcción del Proyecto Educativo Nacional (PEN) al 2036, que se viene desarrollando con la aportación de todas las regiones del país desde el inicio del presente año, mediante tres mecanismos de participación: espacios de diálogo, jornadas por la educación y encuestas virtuales.

Lo novedoso y que, desde nuestra particular visión, hace que esta construcción del PEN al 2036 difiera sustancialmente del PEN anterior, que fenece en el 2021, es la centralidad de las personas, a lo largo de toda su existencia, como columna vertebral de las futuras políticas educativas que regirán a partir del 2021.

Este enfoque centrado en las personas, está reconociendo que todos los ciudadanos poseen diversidad de talentos y naturalmente también dificultades, que la educación, desde el Estado y otros sectores tendrán que atender para que puedan desarrollarse completamente en cualquier época de su vida.

Además de esta transcendental mirada a las personas, este proyecto educativo tendrá que responder desde sus políticas, a la diversidad étnica, cultural, lingüística y geográfica que posee nuestro país, a la crisis de valores en todos los sectores y en todos los niveles de la sociedad, al vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología, entre otros aspectos, es decir, hay que resaltar la enorme responsabilidad histórica que tiene el Consejo Nacional de Educación en la formulación de este instrumento de políticas educativas públicas, fundamental para el desarrollo del país ad portas del bicentenario de la independencia.

En este escrito quiero centrar mi análisis en el lema que se está utilizando “Todos somos educadores”, una frase retadora, comprometedora, un tanto utópica quizá para algunos, ya que incluye en la tarea educadora no solo al Estado como tal, sino a todas las personas y a la sociedad en su conjunto, es decir, está apostando a que toda la sociedad peruana se defina o se convierta en educadora.

Pero, ¿qué significa una sociedad educadora? La Declaración de la Carta de Ciudades Educadoras en 1990, manifiesta que una ciudad es educadora cuando reconoce, ejerce y desarrolla, agregada a sus funciones habituales, la formación, promoción y desarrollo de todos sus habitantes, especialmente de los más jóvenes.

A la luz de esta definición, creemos que el PEN al 2036 está comprometiendo no solo al sistema educativo que ineludiblemente tiene que mejorar el acceso en todos los niveles educativos y principalmente tendrá que ser evidente el mejoramiento de la calidad educativa que se ejerce en las instituciones y programas, asegurando que los estudiantes, de todas las regiones, pertenecientes o no a pueblos originarios, desarrollen de manera suficiente las competencias básicas para desenvolverse en un mundo cada vez más cambiante y exigente; agregado a ello, las políticas educativas públicas del PEN, deberán promover que todas las organizaciones gubernamentales, civiles y empresariales sean copartícipes de la formación de los ciudadanos con actividades propias de su quehacer.

Referente a esta última aseveración, habría que preguntarnos, sobre los más vulnerables y lo más preciado que posee una sociedad, es decir los niños y las niñas, ¿qué podrían hacer los diferentes sectores gubernamentales y sociales que forman parte de las comunidades del país, para conseguir el bienestar que se merecen y puedan desplegar todas sus potencialidades? He aquí algunas ideas básicas, producto de experiencias internacionales en relación con este tema:

  • Garantizar que todos los niños y niñas, tanto de la zona urbana como rural, reciban de manera oportuna servicios básicos de salud y educación de calidad.
  • Presencia prioritaria de la infancia en los planes y programas de los gobiernos locales, asegurando que haya espacios donde los niños interactúen en lugares limpios, saludables y con espacios verdes.
  • Construcción e implementación de ludotecas, museos y otros espacios culturales en donde los niños y niñas puedan disfrutar con su familia y amigos.
  • Defensa ante cualquier tipo de violencia.
  • Crear alianzas con la empresa privada para apoyar en acciones a favor de la infancia, por ejemplo, promoviendo que patrocinen a instituciones educativas de las comunidades con menores recursos.

  • A pesar que en el mundo existen experiencias exitosas respecto a sociedades educadoras, amigas de los niños y niñas, consideramos que en nuestro país aún queda mucho por hacer a favor de los más pequeños y la construcción de este Proyecto Educativo Nacional es una oportunidad esperanzadora para repensar y tomar decisiones convenientes, con el aporte de todos los actores, que puedan cristalizarse en el mediano y largo plazo para el mejoramiento de la educación en general; y en particular, por el enfoque del escrito, para el impulso y la mejora de las condiciones en el bienestar de la infancia.