Las campañas electorales
- Selva Morey
- Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
El país vive un ambiente de propuesta, el mismo que, de tiempo en tiempo ocurre por las campañas electorales periódicas. Cada grupo político relieva su mejor propuesta desde la línea de su tendencia. Es la conciencia popular que debe aprobarlas o rechazarlas en las urnas.
Si bien es cierto que la información es importante para elegir las mejores opciones humanas, léase candidatos; también es cierto que, actualmente, y a la luz de tantos mensajes, producto de nuestro tiempo, cabe la duda de si se está apoyando correctamente una determinada opción que se presume congruente por los discursos persuasivos en la oferta de su trabajo por la comunidad. Estamos pensando con mayor cuidado en este proceso y la decisión que nos lleve a elegir con justicia a los mejores cuadros que se esfuercen por cumplir las promesas que manifiestan en los mítines, los que …una vez más… congregan con expectativa a una gran masa humana que no se cansa de esperar el verdadero liderazgo honesto, orientador, desprendido, comprometido, que procure el bienestar y justicia que tanto anhelan los pueblos.
El ruido de bocinas, el batir de banderolas con el ícono de la identificación de su movimiento, el estrépito que produce en la comunidad para resaltar a un candidato, la carrera vertiginosa a su paso por las arterias de la ciudad, señalan, sin duda, la presencia de una opción que llama la atención. El pueblo voltea o no, a su paso, por el colorido y ruidoso tránsito de estos episodios de campaña; mira de soslayo de quién se trata solo por curiosidad y prosigue su tarea cotidiana pensando que, si triunfa ¿mejorará la situación actual?, o será más de lo mismo.
Pero, ¿cómo atinar con la preferencia y ser premiados por la idoneidad y justeza de la elección, viéndonos favorecidos por la probidad y compromiso de un buen gobernante? ¿Cuándo es qué podemos atisbar ese compromiso en las opciones ofertantes? Si la autoridad es local, debería ser fácil siempre atinar con la mejor propuesta, porque conocemos al vecino, su trayectoria, su vida personal, profesional, su don de gentes, su preocupación desde los roles que cumple en la comunidad, por la justicia, el bienestar, la armonía social, empatía y decencia en los actos públicos. ¿Será acaso cierto, que adolecemos de estos valores representados en nuestra comunidad por personas que destacan en su vida y son de conocimiento público y, solo cuando se muestran con estruendos, reparamos en la veracidad o falsedad de su pretensión?
Dicen que el poder corrompe, que aún las personas que han destacado por su civismo y buenas formas de convivencia humana, se han contaminado en el ejercicio del poder. Entonces, no eran tan firmes sus convicciones y estuvieron fingiendo usos y costumbres para lograr un fin que, al hacerlo, afloraron sus verdaderas intenciones, con la consabida frustración de sus seguidores, el desánimo de la población y el repudio general.
Ahora tenemos de nuevo, la ocasión de elegir; pero, ¿a quién? Intento buscar una forma y se me ocurre que, hacerlo al modo tradicional no garantiza ningún éxito, aunque así están dadas las reglas que hay que respetarlas; pero acaso sería preciso incidir aún más con las entrevistas descarnadas que deben hacer los periodistas para conocer realmente las propuestas, aunque ya sabemos que prometerán hasta ni lo que imaginan; será importante entonces, expulgarlos en su relación familiar, social, económica y sea el pueblo, capaz de desenmascararlos si algo ocultan que luego pueda ser dañino para el trabajo ejecutivo en la que más perjudicada sería la comunidad a la que representan; quizás sea preciso también que los candidatos se comprometan con las fuerzas vivas de la localidad, con las asociaciones, con las provincias, los distritos, etc., los mismos que puedan ejercer algún tipo de sanción contra él ante el incumplimiento de su palabra. Ya es necesario que se establezcan sanciones personales, ante la lenidad y compadrazgo existentes en todos los niveles de autoridad.
La Amazonía nunca tuvo lo que le correspondía en el espectro nacional. Llevamos atraso en todo sentido. Lo que hoy es una necesidad para trabajar y vivir con cierto decoro: la provisión de la tecnología moderna, la señal de internet, permanente y de calidad, es una utopía. ¿Qué destino espera a las generaciones que se alzan, exigentes con justicia, porque comprenden que la vida que anhelan se inicia desde el desempeño correcto de las autoridades que se comprometen a trabajar sin delinquir? Como decía un amigo brasilero: Da para pensar.