La nueva normalidad: temor e incertidumbre ad portas de 2021

(Imagen: © Photo by Maria Lysenko on Unsplash (La incertidumbre de la “nueva normalidad”))

  • Selva Morey
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey75@gmail.com

Era previsible pensar que con la llegada de las fiestas decembrinas y el latente flagelo del covid-19, aún no erradicado totalmente del contexto nacional, tendríamos que vernos, de nuevo, en alertas atemorizantes, retrotrayendo momentos de angustia y dolor ya padecidos en muchos meses de confinamiento obligado por este enemigo invisible. El hecho global de la enfermedad hizo mucho mayor el temor que subsiste en las poblaciones de todo el mundo. Y, horrorizados, en días y meses siguientes, fuimos siendo testigos de la muerte, del dolor, de la frustración, de la depresión. Miles de personas de ambos sexos fueron muriendo y era, cada vez más desesperante que nuestro aparataje de salud nacional no pudiera ser el soporte que contrarrestara esta realidad espeluznante. Poco a poco se fue conociendo algunas formas de enfrentarnos a este enemigo invisible y desconocido. Fue llegando algún paliativo a tanta desesperanza, pero a un precio demasiado elevado por los miles de personas que murieron de un momento a otro.

Ahora, de nuevo las alertas llaman la atención, por cepas del virus que aparecen y de nuevo emerge la angustia y el temor, pero si analizamos someramente, el proceso infeccioso de las enfermedades, estas ocurren por contagio. Si se tratan como es debido, la enfermedad entra en remisión y por fin se cura; pero, si no es tratado con el protocolo debido y menos se siguen las indicaciones médicas, la enfermedad muta, se modifica, y entonces ya hablamos de una nueva con características de la original, pero con otros síntomas que la hacen, como en este caso, una nueva infección y lo peor, también desconocida.

En nuestra ciudad, que al decir de todos, alcanzó la inmunidad de rebaño, el hartazgo del confinamiento, el uso de los implementos de bioseguridad, distanciamiento social a los que no estamos acostumbrados por ser una región calurosa, de personas alegres y de vida social intensa, hizo que prontamente asumiera por sí mismo su propia curación del terrible mal, con productos regionales y medicamentos sin receta médica. El éxito pagó una factura muy cara: la muerte de muchísimas personas. Ahora con las fiestas de fin de año, resurge el miedo, pero no tanto que erradique el contacto físico, no en vano es época de abrazos y contactos personales como demostración de afecto. Sin embargo, estas “antiguas” costumbres deberán ser controladas, es más, no deberían ocurrir, so pena de reavivar nuevas y temibles consecuencias de contagio con el consiguiente temor que rápidamente se generaliza causando zozobra, angustia y, los males psíquicos que adolecen muchas personas, con grave deterioro de su salud mental.

Ahora se habla de “nueva normalidad” y con esto se entiende no contacto físico, distanciamiento social en absolutamente toda situación, uso de desinfectantes, limpieza profunda en todo ambiente habitable. Hemos cambiado la cortesía de saludo dándose la mano, por un toque de puños; ya no es posible ver la sonrisa abierta del amigo, ni casi entender sus palabras en el diálogo por el impedimento de la mascarilla. Antes hubiera sido una grosería desinfectarse luego de tocar a un amigo y rociarse alcohol; ahora, es recomendable hacerlo. En el vestíbulo una bandeja con desinfectante logra impedir el tránsito del coronavirus al interior de la casa, aunque más efectivo es cambiarse los zapatos al estilo de Japón, Turquía, Rusia, entre otros países. Bailar pegados, está prohibido, obviamente, pero tampoco reunirse muchas personas en ambientes cerrados. De resultas que, las casas de baile o discotecas, ahora devienen en restaurantes, porque eso sí, aún podemos disfrutar de este placer. Muchas cosas han cambiado, ahora todos debemos reinventarnos para encajar exitosamente en este duro mundo en el que ya habitamos; atrás quedaron los sueños de los viajes, de las interacciones amicales confiadas y cercanas; todo ha sido reemplazado por medidas de extrema higiene y cuidado personal. ¿Volverá alguna vez esa “antigüedad” que se añora? La vida desenfadada, la confianza irrestricta, la libertad plena…

Es posible, …pero, ¿cuándo? Es una interrogante que por ahora y mucho tiempo aún, no será posible responder. A lo mejor, cuando eso ocurra ya nos habremos familiarizado con estas formas que ahora rechazamos. Sin embargo, será para bien muchos aspectos aprendidos de esta pandemia: la higiene, la búsqueda del bienestar común, la solidaridad, el afecto sincero, la disciplina, la generosidad.

El año 2021, es un termómetro de lo aprendido; es el año de comprobación de nuestra fuerza interior que se alza contra todo obstáculo que impida su avance integral. Tendremos nuevas autoridades, ojalá sean elegidas con la evaluación correcta de sus actos sociales para encumbrarlos en el liderazgo idóneo que la Amazonía merece y sea una respuesta coherente el que revista cada acto que asuman en pro de la comunidad.