Cambios inevitables tras la pandemia

(Foto: Loreto Concha)

  • Selva Morey
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey75@gmail.com

El 16 de marzo de 2020, empezó el cambio en la vida de todos. Con incertidumbre y sorpresa fuimos asumiendo diariamente el cambio que sigue sucediendo en nuestra rutina de vida hasta el momento. Primero fue el confinamiento, por decreto gubernamental, de tan solo quince días. Nadie preveía el enorme riesgo de vida que corríamos y fue dándose a conocer con la muerte que empezó a hacer escarnio de nuestra pobre humanidad. El enemigo invisible, silente y profundamente agresivo cobró vidas con una voracidad tal que, aún quienes debían contraatacar, el personal de salud, fueron las primeras víctimas dejando a todos desvalidos, menguados en su energía al total destino de su irremediable final. Nunca habíamos tenido esta experiencia, ni en las peores pesadillas podíamos haber imaginado este desenlace, a pesar que ya la historia registra calamidades ocurridas antes, como por ejemplo, la gripe española entre 1918 y 1920 en que, los científicos creen que fue contagiada al menos un tercio de la población mundial de aquel entonces, calculada en 1800 millones de habitantes. (Hoy, somos 7684 millones de habitantes). La gripe española, Incluso causó más muertes que la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y dejó 20 millones de personas fallecidas. El neovirus del s. XXI, letal, impredecible, mutante, invisible, hasta lo que ahora se conoce, ha dejado una estela terrorífica de más de 2,5 millones de fallecimientos a nivel mundial, según datos en promedio de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En tan solo un año de padecimiento, ha ocurrido la catástrofe más ominosa que deja al mundo desnudo en sus emociones de miedo, angustia, terror. Y no es para menos. No hay excepción en la mortandad, ningún nivel social, económico, político; rangos de edad: jóvenes, niños, adultos, adultos mayores; hombres y mujeres, escapa al ataque artero del virus más repudiado que sembró el terror en el mundo.

En este ambiente, de desconfianza, de temor expuesto, ha surgido, por necesidad de alejarse del riesgo mortal una serie de medidas que se están consolidando para el futuro, libres, —que así sea— de este flagelo mundial. Los cambios han ocurrido de manera abrupta, como todo cambio, traumático, inesperado, indeseado. pero real. Sin embargo, conforme se asume lo perentorio de su ocurrencia fuimos adaptándonos a su presencia y, asimilada la necesidad de la ejecución, encontramos ciertos beneficios incluso mejores de a los que estábamos acostumbrados. Los cambios han ocurrido y se están dando.

Luego de la pandemia, algunas cosas están cambiando. Se habla de una nueva normalidad, pero ¿en qué consiste? Desde usar el alcohol gel antibacterial y mascarilla —ahora salimos y nos ponemos gel cada cinco minutos— hasta modificar la manera en la que se adquiere algún producto. Todo lo que tiene que ver con la sana distancia, las mascarillas que ya son parte del atuendo; el crecimiento en industrias del cuidado de la salud. Hay aplicaciones para smartphones y tablets que indican si a tu alrededor hay gente con covid o que haya tenido, no vamos a dejar de ir a lugares públicos, pero iremos menos. Los negocios se transforman de lo físico a lo virtual. También hay una era de desinformación, ¿le creemos a las instituciones oficiales de salud, o no? Este efecto nos lleva a pensar a largo plazo, queremos estar más saludables y esto puede hacer que cambiemos nuestra forma de vivir, ser más saludables.

Los países podrán pedir un carné médico al momento de ingresar a su territorio, revisarán vacunas, entre otros requerimientos, para asegurar que una persona esté sana con el fin de evitar la propagación de enfermedades, igualmente, será preciso probar que estamos bien y tener respaldos médicos para que nos permitan ser parte de la fuerza laboral. Durante la pandemia se obligó a empresas e instituciones a mandar a sus trabajadores a casa y desde ahí realizar sus actividades. Se dieron cuenta que es posible ser productivos sin acudir a la oficina. El home office funciona y se va a quedar en la mayoría de los casos. Dado esto las ciudades serán diferentes, trabajaremos lejos de las oficinas, de las salas de clase favoreciendo estar más tiempo con la familia, más calidad de vida.

La tecnología ha jugado un papel fundamental durante la pandemia, pues al estar en confinamiento, las clases, compras, y el estar en contacto con la familia, ha sido a través de internet. Todos hemos tenido que entrar a la era digital, las personas de la tercera edad con gran esfuerzo e incluso, la salud digital se impuso. Ya no vamos a los hospitales y se prefiere la comunicación digital. La tecnología terminó por hacerse una realidad.

Los negocios se vieron obligados a vender sus productos por internet y los usuarios han adoptado esta nueva forma de comprar. Es un nuevo contexto, no se puede evitar. Los negocios ahora son online, con buenas ofertas de productos y sin costos extendidos. Lo que ahorramos, por ejemplo, en gasolina, el tiempo en el traslado, se modificó con la comercialización y transacción de productos por internet.

Otros cambios, que atañen a los oficios que ha generado la pandemia contribuyen a despertar la creatividad e imaginación humana. Se hizo imprescindible los cambios de los negocios, otrora florecientes y requeridos, por aquellos básicos y de necesidad común. Ahora, se evalúa con ojos distintos las ocurrencias diarias y se reconoce sin cortapisas la generosidad y el valor humano. Las consideraciones espirituales han florecido en la humanidad. Es decir, los cambios se seguirán dando, hasta recobrar el equilibrio de la confianza y la tranquilidad social.