PRONOEI 49 años educando al pueblo de todo corazón


Ningún país puede desarrollarse a menos que sus ciudadanos sean educados” Nelson Mandela

En la década del 70, nacen los Programas No Escolarizados de Educación Inicial (PRONOEI) a partir de la práctica cotidiana del campesinado organizado de las comunidades de Puno. Mientras los padres y madres se dedicaban a trabajar en el campo, las mujeres con mayor ascendencia, que gozaban del respeto y consideración de la comunidad se quedaban a cargo de los niños, desarrollando una serie de actividades educativas como hábitos de higiene, alimentación, tradiciones orales, actividades lúdicas y orden en una casa o un local asignado e implementado por los comuneros. Estas valiosas experiencias fueron sistematizadas y extendidas a lo largo y ancho de la patria para atender las necesidades y derechos de la niñez que no tenía acceso a la educación impartida en las Instituciones públicas del Estado.

En 1973, se inicia la cruzada por la Educación Inicial Inclusiva e Intercultural para los niños en situación de pobreza en la región Loreto. Siendo Belén un punto focal para cerrar las brechas, por su ubicación y situación socioeconómica. Los sectores como San Antonio, La Pradera, Ganso Azul, Pampachica, Moronacocha, 9 de Octubre y San Juan que concentra a cientos de familias indígenas que emigran del campo a la ciudad con la creciente de los ríos. Ellas serán las beneficiarias del accionar educativo de los PRONOEI, cuya doctrina y filosofía se nutre del humanismo y la búsqueda permanente del desarrollo integral y sostenible de las futuras generaciones, al amparo de la Constitución Política del Perú y la Ley General de Educación 28044 como derecho fundamental de la persona y la sociedad siendo su universalización, uno de los objetivos del milenio.

La reforma educativa de Juan Velasco Alvarado, dio gran impulso a los PRONOEI, con la selección de las mejores educadoras para ser coordinadoras asignando presupuesto para el contrato de animadoras de estos programas. Se extendieron como programas itinerantes en costa, sierra y selva. Su dinámica involucraba a la comunidad, familia, madres organizadas, juventud comprometida con la educación como instrumento de lucha contra la pobreza y el derecho a una vida digna. La Carta Magna, asigna a la educación el 6 % del Producto Bruto Interno (PBI), indicador económico que refleja el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por el Perú en un período de tiempo, se utiliza para medir la riqueza que genera el país anualmente. Se reformó el Artículo 16° de la C.P.P. con la Ley 31097. Su única disposición complementaria final reafirma la coordinación para determinar políticas nacionales en educación, deporte y recreación.

El Ministerio de Educación como ente rector del sector en Educación Básica Regular y Educación Superior Universitaria también tiene un gran compromiso con la infraestructura e implementación de los laboratorios y herramientas informáticas para el desarrollo de una Educación de Calidad con pertinencia, relevancia, eficacia interna, eficacia externa, impacto, suficiencia, eficiencia y equidad. Por ello la exigencia del cumplimiento de la Ley Fundamental del Estado de destinar el 6% del PBI a Educación debe ser una lucha conjunta de todos los sectores organizados de la sociedad civil, que involucre a los padres de familia, estudiantes, docentes y autoridades en sincronía con el compromiso del presidente de la República que prometió asignar el 10% para Educación. Lo contrario sería un grave caso de devaluación de la palabra de maestro, tantas veces repetida en la campaña electoral. Y no hay mayor decepción para la ciudadanía, que constatar que la sentencia “Que tu palabra sea ley, y que ley sea tu palabra”, es una farsa más del político de turno.

Por ello, desde la praxis académica y científica de la educación de la primera infancia en los PRONOEI que educan con coraje por 49 años, el tránsito por EBR y la adolescencia vivida a plenitud en la Universidad, la pujante juventud apuesta por el cambio de estatus, la ciencia y la tecnología, al acceder a educarse con calidad y calidez, ávidos de afecto y comprensión, en tanto seres humanos, esperan que sus docentes no solo los critiquen y sentencien, sino que también los escuchen y sensibilicen con su problemática social, asumiendo que están educando al pueblo de todo corazón.

Hago mía la filosofía del líder universal Nelson Mandela: “Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre Él”