Fiestas Patrias en nuestro país

(Lavado de banderas Fuente : Difusión)

  • Selva Morey Ríos
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey@hotmail.com

Con sabor amargo, profundos sentimientos que lesionan el ánimo de los peruanos en la cercana fecha del centésimo nonagésimo séptimo aniversario de independencia nacional, nos alistamos al festejo patrio que debería ser portador de buenos augurios para la vida del país. Infortunadamente, tras difundirse una serie de acciones cometidas por las máximas autoridades de la patria, hieren la estima y disminuyen la confianza de la población, y lo único que puede resultar es el mal ánimo que se vive, que se respira en nuestra patria; mal podríamos tener las expectativas de antaño.

Otrora, complacidos por esta fecha recordatoria, con mucha esperanza, nos disponíamos a celebrarla, imbuidos de un gran ánimo de esperanza que se traducía en el anuncio que el presidente en funciones hacía en su obligado discurso por la fecha. Cada presidente a su turno, como era de rigor, hacía un mensaje pormenorizado de su gestión por cada cartera de trabajo y la población podía informarse vastamente de estos mensajes para, a su vez, tomar instancias en su propio quehacer ciudadano.

Esta coyuntura de hechos de corrupción que aún se están dando a conocer, ha generado un gran desaliento y total desconfianza entre la población y sus autoridades. La información es abundante, variada y profundamente desoladora para todos, no sabemos en qué van a parar estos destapes de corrupción enquistada en el núcleo del poder. Cómo se podrá continuar bregando por el desarrollo, el progreso, el cambio obligatorio para mejorar con trabajo, con esfuerzo, con aporte solidario en estas circunstancias de falta de fe, con total desconfianza en los gobernantes.

Para todos, ha sido revelador lo que a través de la información periodística se ha conocido. Unos más sorprendidos que otros. Algunos satisfechos porque corroboraron con evidencias tangibles sus sospechas. Pero lo que ha ocurrido no es nuevo. Siempre hubo esta lacra social en el país, las redes sociales dan cuenta de ellas. Una frase que me parece idónea perteneciente al destacado político, abogado e historiador peruano Javier de Belaúnde Ruiz de Somocurcio, la pinta de cuerpo entero: “En la función pública es fundamental el imperio de la honradez y la capacidad, cualidades que son imprescindibles para la vigencia de una democracia; porque la corrupción de los pueblos nace del mal ejemplo proporcionado por los legisladores y gobernantes”.

Las nuevas generaciones tienen un gran compromiso con la sociedad, deben estar alertas para contrarrestar esta mala práctica al interior de las instituciones en las que les corresponda ejercer sus funciones académico-laborales. Sería muy conveniente que dejen de obnubilarse con la tecnología, que es adictiva y de gran peligro para desestabilizar el orden de su propia vida y se dediquen, inicialmente, a prepararse con el conocimiento y luego a fiscalizar el quehacer de sus servidores: las autoridades de turno. Porque de eso se trata, los funcionarios, los trabajadores de las instituciones, las autoridades electas, son servidores del Estado, y el Estado somos todos. Nuestros impuestos, los que paga la ciudadanía, se usan para remunerar a los servidores del Estado; y, todos tenemos no solo el derecho, sino la obligación de cautelar el buen servicio y la transparencia de las acciones. Solo así podremos celebrar nuestra fiesta de aniversario patrio con el regocijo de ser los mejores y orgullosos hijos de la patria. Mientras tanto será necesario el mea culpa, que inicie un nuevo amanecer para el Perú y podremos gritarlo a voz en cuello: ¡Qué viva el Perú!