Cambios en la universidad pública

La comunidad de la universidad pública va tratando de adaptarse, no en vano ya pasaron más de tres años de su puesta en marcha y es tiempo ya para que los cambios empiecen a vislumbrarse...

  • Selva Morey Ríos
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey@hotmail.com

Todo cambio, el que sea, por la razón o fundamento que sea, trae reacciones de rechazo o débil aquiescencia. No es muy fácil realizar cambios, menos cuando estos alteran la rutina de los hábitos adquiridos y practicados durante muchísimo tiempo. Sin embargo, es saludable el cambio, a pesar de los primigenios inconvenientes que pueden ocurrir.

El 20 de abril de 2014, Salomón Lerner Febres, filósofo y profesor universitario del Perú, exrector de la Pontificia Universidad Católica del Perú y actual presidente ejecutivo del Instituto Democracia y Derechos Humanos de la PUCP (IDEHPUCP), escribió el artículo: LA NECESARIA LEY UNIVERSITARIA en su concurrida página DESDE LAS AULAS de un diario nacional; en cuyas líneas, con franco y objetivo análisis, dice “Nuestro sistema de educación superior se encuentra en un estado de postración innegable. Hablamos de una decadencia que comenzó hacia la década de 1960 en el ámbito de las universidades públicas mediante su masificación, no planificada, su empobrecimiento, su politización y la consiguiente ruina de su calidad académica”. Entre otras aseveraciones continúa diciendo que, en décadas anteriores, tampoco la universidad pública se hallaba en un estado ideal, siendo más solvente incluso, con una mayoría de jóvenes peruanos excluidos de ella.

Ya sabemos todo lo que ocurrió en años posteriores a esa fecha con los estudios superiores, la creación indiscriminada de universidades privadas “sin fines de lucro”, donde la calidad educativa no trascendía sino la fabulosa inversión de sus instalaciones, equipamiento y mobiliario; con excesivos cobros por pensiones de enseñanza. La universidad pública por su parte, fue menguando su exigua calidad por la demanda masiva, no solo en las grandes ciudades sino, y con cada vez más exigencia, en ciudades del interior; asimismo, la creación de filiales con apoyo de convenios municipales que fueron, en muchos casos desestimados por carencias presupuestales para sus propias obras, que es el caso de nuestra alma máter. Pero, aún con estas deficiencias y al amparo de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), se fueron formando las promociones universitarias con los resultados que conocemos.

En julio de 2014, y la promulgación de la nueva Ley Universitaria 30220, empezó el cambio en el sector de estudios superiores y con él, el debate generalizado de opiniones, de conveniencias; el rechazo a la ley, es decir el rechazo al cambio. De esa fecha a la actualidad, en que la presión de la adecuación a la nueva propuesta se hace imprescindible para que la reforma universitaria empiece una nueva era positivista para el verdadero cambio de las personas a través de su formación académica, la comunidad de la universidad pública va tratando de adaptarse, no en vano ya pasaron más de tres años de su puesta en marcha y es tiempo ya para que los cambios empiecen a vislumbrarse.

La Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), presentó recientemente la medición de las universidades en el Perú. El organismo dio a conocer el listado en el 'Informe bienal sobre la realidad universitaria peruana', cuya medición se elaboró sobre la base de criterios relacionados con la investigación. El ránking se elaboró según el reporte del Incites Bencharking & Analytics, que registra los datos actualizados de uno de los sitios de información bibliográfica más completo a nivel mundial, el portal Science Core Collection. La UNAP, nuestra alma máter amazónica ocupa en el ránking Sunedu la ubicación número 18, con 57 años (a 2018) de vigencia en la capital de Loreto, con treinta programas de estudio de pregrado (a 2015) y autorización definitiva, camino del licenciamiento como penúltima meta para el empoderamiento emblemático de la universidad pública en la Amazonía peruana. Sigue en este quehacer de reforma la acreditación, tanto de carreras profesionales como de los docentes que guían, así como del mismo servicio administrativo que brinda.

Solo esta noticia es aliciente para asumir los cambios, por muy dificultosos que sean, porque es sabido que con la excelencia del trabajo en general, el aspecto económico es auspicioso, pero también es cierto que se deben dar todas las facilidades para un buen desempeño académico, administrativo, etc., sin desestimar, además, impregnar las acciones con valores humanos que propende a crear un clima de compañerismo, solidaridad y eficiencia. Solo así, la universidad amazónica alcanzará relieve en el espectro nacional y la confiabilidad en su quehacer.