Día Mundial del Agua: Tratamiento de las aguas residuales
- GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA
- Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
Como en años anteriores, en esta fecha conmemorativa debemos dedicar nuestras reflexiones a poner en agenda de toma de conciencia social el tema del AGUA. Y es que, como ya debemos saber, cada 22 de marzo está dedicado a dirigir nuestra atención a la celebración del DÍA MUNDIAL DEL AGUA que, en el presente año, tiene como tarea central el problema de las aguas residuales.
En verdad, para nosotros los amazónicos, el tema del agua comprende muy diversos aspectos, que deben ser motivo de preocupación tanto de políticas sociales como de formación psicocultural de nuestra sociedad. Están comprendidos en este universo de problemas, la contaminación por diferentes agentes: mercurio, detergentes, aceites, residuos sólidos, sustancias químicas provenientes del narcotráfico, de la extracción del petróleo, etc.
Y, en especial, las aguas residuales, elegido por la ONU como tema motivacional en el presente año.
Las Naciones Unidas nos dicen, en el documento elaborado para la celebración de este día en el presente año: “Más del 80% de las aguas residuales generadas en el mundo vuelve a ser “vertida” al ecosistema sin ningún tipo de tratamiento ni reutilización. 1800 millones de personas utilizan una fuente de agua para el consumo contaminada por heces, con el consiguiente riesgo de contraer enfermedades como el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea o la poliomielitis. Esta situación de insalubridad causa casi un millón de muertes al año. Naciones Unidas quiere llamar la atención sobre la problemática de las “Aguas Residuales”, convirtiendo este tema en eje central de la celebración del Día Mundial del Agua 2017. El objetivo 6.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establece la siguiente meta: “Mejorar la calidad del agua, reducir la contaminación, eliminar los vertidos y minimizar la liberación de productos químicos y materiales peligrosos, reducir a la mitad el porcentaje de aguas residuales no tratadas y aumentar sustancialmente el reciclaje y la reutilización segura del agua”. (*)
Estas palabras diagnósticas nos remiten a una situación a la que debemos darle una alta prioridad en las políticas públicas en nuestra región: el vertido de las aguas servidas de los núcleos poblacionales directamente a los flujos de aguas: ríos, quebradas y cochas.
Este fenómeno puede constatarse en ciudades grandes, demográficamente numerosas, cuyos desagües van directamente a los cauces, sin haber recibido el tratamiento químico adecuado. Iquitos, Yurimaguas, Requena, Contamana, Nauta, San Lorenzo, Caballococha, Pevas, San Pablo, etc., vierten sus aguas servidas sin ningún procesamiento químico. El gran receptáculo final es el río o la cocha, cuya flora y fauna, gradualmente va cambiando su composición hasta hacerse dañina para los seres vivos.
Este hecho lo podemos constatar con el simple paso por las riberas, en donde se puede ver, a simple vista, las grandes cloacas, vertederos o desagües, por donde se vierten las aguas que han sido utilizadas en hogares, talleres, fábricas, y arrastrando cuanta inmundicia han recogido en su paso por las calles.
Aún está muy lejano el propósito de reutilizarlas, previo tratamiento, talvez por la falsa percepción de que la tenemos en abundancia. Pero el hecho es que dichas aguas servidas son portadoras de cargas de microorganismos patógenos, generadores de diversas enfermedades, que afectan tanto la salud social como la ambiental. Ellos son causantes de diversas enfermedades cuyo tratamiento oneroso es una carga para la economía de la región, así como para la afectación psicosomática de sus pobladores.
En este sentido, pues, se hace necesario que tomemos conciencia de las graves consecuencias de no brindar atención a las aguas residuales, que cada vez tienen mayores componentes dañinos para la salud individual y social en nuestra región.
Desde aquí, hacemos un llamado a la reflexión y decisiones políticas de las autoridades regionales, municipales, educacionales, etc. para brindarle una mayor atención a este problema de las AGUAS RESIDUALES, pues de su solución dependerá la limpieza de las aguas para la flora y fauna de nuestros ríos y cochas y, con ello, menores índices de enfermedades sociales.
Complementariamente, las instituciones educativas deberían poner un especial énfasis en la formación de actitudes y valores relacionados con la conservación del agua dentro de límites que no afecten a la salud.
Así pues, se hace necesario incorporar contenidos curriculares para informar a los estudiantes acerca de este tema, que les va a permitir formarse una cabal idea de la importancia que tiene el cuidar el agua, tanto para la salud personal como para la salud social.