El reto docente del aprendizaje significativo
- Selva Morey Ríos
- Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
"Había que meterse todo aquello en la cabeza del modo que fuera, disfrutándole o aborreciéndole. Tamaña coerción produjo en mí un desaliento tan grande que, tras mi examen final pasé un año entero sin encontrar el más mínimo placer en la consideración de ningún problema científico". Albert Einstein.
Según David Ausubel, el aprendizaje significativo es un tipo de aprendizaje en que un estudiante relaciona la información nueva con la que ya posee; reajustando y reconstruyendo ambas informaciones en este proceso. Se produce cuando nos sentimos motivados y dotamos de un significado personal a aquello que estamos intentando aprender, lo que hace que la información nueva sea interesante y suscite curiosidad en una secuencia de digresiones importantes para el proceso de aprendizaje individual. Es el reto que los docentes mantienen permanentemente en las aulas, intentando mejorar la calidad de nuestra participación en las jornadas horarias de trabajo lectivo. No todos aprendemos de una sola manera y, en aulas, podemos ratificar esta afirmación ante la concurrencia de diversas y disímiles características de los alumnos, quienes traen conocimientos diferentes, experiencias personales únicas por su lugar de origen, por su cultura, por su lengua propia, por la composición familiar; en fin, por sus usos y costumbres arraigados. Ellos tienen una respuesta propia para cada nueva experiencia de aprendizaje o estudio; o por lo menos, una forma de pensamiento que los ha guiado en su devenir cotidiano. La tarea docente debe secuenciar estos aprendizajes para mejorar las respuestas a cada circunstancia facilitando por sus medios, didácticos y metodológicos, por su creatividad, acceder al mejoramiento del aprendizaje inicial, respondiendo a las interrogantes y facilitando la comprensión.
Los docentes son personas dedicadas, esforzados investigadores, interesados en la docencia, dados a la reflexión permanente para operativizar su trabajo, cualificar sus métodos y procedimientos, centrar su objetivo en la búsqueda de innovadoras formas de llegada a la mentalidad de sus pupilos, entendiendo que el nuevo contexto sociocultural y ambiental está saturado de tecnología abundante y compleja, pero que ellos manejan con eficiencia y eficacia, aún más que muchos de sus guías académicos.
Al docente se le exige hoy en día cualquier cantidad de características y competencias, que pueden desviar la atención sobre la esencia del trabajo mismo, por ejemplo, se escucha decir: "el maestro debe ser un amigo" o "el maestro es un facilitador"; la primera expresión con el objetivo de infundir confianza en el ánimo de su pupilo y poder así, realizar su trabajo con mejores perspectivas de éxito, en una base horizontal de cercanía. La segunda; tratando de indicar su labor docente de participación colaborativa en el desempeño académico, como guía, en una base vertical de apoyo. Podemos agregar muchas cosas que la sociedad opina que el maestro debe ser, y sin embargo, en esta acumulación de buenos propósitos, es frecuente perder el sentido mismo de la docencia.
En el contexto actual ya no cabe la forma reactiva del proceso de aprendizaje; es decir, aquella en que el docente explica temas de clase, expone conocimientos, encarga tareas, elabora exámenes, califica; y el estudiante atiende las explicaciones, adquiere los conocimientos, realiza las tareas, aprueba y reprueba asignaturas. Hoy, dadas las condiciones en las que somos empujados por la realidad circundante, el cúmulo de información que se maneja con libre albedrío y sin tabúes; hablando con moderada exageración, una vorágine de información que hay que seleccionar, sistematizar, adecuar, adaptar a las múltiples realidades con que nos encontramos en las aulas, se precisa un modelo de aprendizaje que se centre, no en el profesor, como en el modelo tradicional; tampoco en el alumno, propuesta de escuelas de tipo activo, sino se busca centrar el modelo educativo en el aprendizaje mismo, el que debe ser buscado incesantemente por el docente apelando a todo su profesionalismo. Las actividades docente y alumno en este nuevo modelo son diferentes: el docente diseña actividades de aprendizaje, enseña a aprender y evalúa; el alumno realiza actividades, construye su propio aprendizaje y se autoevalúa. Podríamos afirmar que el alumno no solo es activo sino proactivo. En este contexto, se puede entender la afirmación cuasiparadójica: El trabajo del docente no es enseñar, el trabajo del docente es propiciar que sus alumnos aprendan.