La Carta de la Tierra

Los humanos que hoy nos desplazamos, a veces con demasiada arrogancia, en la inmensa pequeñez de nuestro planeta llamado TIERRA, constituimos la especie Homo sapiens sapiens. A esa condición hemos llegado luego de un largo periplo evolutivo iniciado en tiempos aurorales de su proceso de construcción.

  • GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP

Los humanos que hoy nos desplazamos, a veces con demasiada arrogancia, en la inmensa pequeñez de nuestro planeta llamado TIERRA, constituimos la especie Homo sapiens sapiens. A esa condición hemos llegado luego de un largo periplo evolutivo iniciado en tiempos aurorales de su proceso de construcción.

Aunque hasta el momento no hayamos encontrado la forma de actuar de acuerdo a esa inteligencia de la que, muy a menudo nos olvidamos poseer, hay un evidente esfuerzo de nuestra especie por responder a dicha condición. Ser la especie más inteligente nos viene obligando moralmente a educarnos para responder a ese reto y privilegio de vivir con una capacidad que debe llevarnos hacia niveles superiores de evolución espiritual si es que sabemos administrarla para nuestro propio bien.

Es en el recorrer de esta senda que venimos buscando, bajo la inspiración de personajes paradigmáticos en cuanto al uso constructivo de nuestra inteligencia, diversas formas de comportamiento para asegurar las bases que posibiliten la continuidad infinita de nuestra especie.

Como producto de este esfuerzo ecuménico se ha elaborado un documento que pretende expresar las aspiraciones más nobles y supremas intenciones, denominado la CARTA DE LA TIERRA, hasta hoy poco conocido, deficientemente difundido y que muy bien haríamos en promover su análisis reflexivo en la intimidad de nuestras instituciones educativas y a través de los medios de comunicación social.

“La CARTA DE LA TIERRA es una declaración de principios fundamentales que tiene el propósito de formar una sociedad justa, sustentable y pacífica en el siglo 21. Busca inspirar en los pueblos un nuevo sentido de interdependencia y responsabilidad compartida para el bien de la humanidad y las demás especies que habitan la Tierra. Es una expresión de esperanza así como un llamado de ayuda para crear una sociedad global en un momento crítico en la historia”.

En el DÍA DE LA TIERRA, DÍA DE LA MADRE TIERRA, DE LA PACHAMAMA, bueno es que reflexionemos sobre estos aspectos que atañen a nuestra vida como individuos y como especie. Desde la perspectiva que deseemos: filosófica, teológica, científica o simplemente empírica. Disponemos hoy de elementos que nos ayudarían en uno u otro sentido e integralmente.

Nos es muy necesario que, como especie, seamos conscientes de la maravilla que significa la VIDA nuestra, para cuya concreción se han necesitado tan complicados y larguísimos procesos de transformaciones, cuyos resultados los vemos hoy en que nos encontramos ante un misterio, cuyo develamiento no ha de ser pronto, por la grandiosidad de nuestro cosmos: ¿Estamos solos?

Esta TIERRA es pequeñita en el cosmos que la rodea, sin embargo, tan grandiosa para nosotros… Aquí es en donde se ha operado el milagro de nuestra vida y la de quienes nos acompañan en este infinito caminar.

Bueno es, entonces, que reconozcamos que, así como queremos satisfacer nuestras inquietudes intelectuales queriendo desentrañar los misterios que nos rodean, así también asumamos responsabilidades morales para conservar a nuestra TIERRA en condiciones de seguir brindándonos su abrigo. En condiciones de seguir siendo NUESTRA GRAN MALOCA.

Hagamos que los desafíos a nuestra inteligencia que hoy presentan nuestro planeta y el cosmos, sean no solo de carácter intelectual sino también de carácter ético.

Que sea una ética de relaciones armoniosas con nuestra MADRE TIERRA el escenario axiológico que oriente y nutra nuestro comportamiento cotidiano y nuestras más trascendentes búsquedas, propias de nuestra condición de especie Homo sapiens sapiens.

Y, para terminar, algunas reflexiones, en este día de tanta trascendencia, para alimentar nuestra suprema inteligencia:

“Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies. Las comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales. Los fundamentos de la seguridad global están siendo amenazados. Estas tendencias son peligrosas, pero no inevitables”.

“La elección es nuestra: formar una sociedad global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida. Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida. Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más. Poseemos el conocimiento y la tecnología necesarios para proveer a todos y para reducir nuestros impactos sobre el medio ambiente. El surgimiento de una sociedad civil global, está creando nuevas oportunidades para construir un mundo democrático y humanitario. Nuestros retos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales, están interrelacionados y juntos podemos proponer y concretar soluciones comprensivas”. (*)

(*) La Carta de la Tierra puede ser descargada de la siguiente dirección: www.cartadelatierra.es/esp/text.html