Síntomas de despertar

Varias han sido las ausencias en este medio siglo de historia. A parte de otros deterioros que le ha dejado el tiempo.

  • P. JOAQUÍN GARCÍA SÁNCHEZ
  • Doctor honoris causa de la UNAP

Desde hace más de medio siglo lo esperábamos. Viene a ser como el despertar de un largo sueño, como una flor que nace, como un rayo de sol en el amanecer. Hay algo que comienza a amanecer en esta casa de estudios que durante cincuenta y tres años ha estado, acéptese o no, víctima del colonialismo nacional, de estar ausente a la escucha de cuanto nos venían diciendo o sugiriendo las voces, antiguas o modernas, de los tiempos ancestrales o de las invasiones más modernas llegadas de la selva alta. Había que echarse a andar, como un Lázaro resucitado, distante de las realidades y modos de ver el mundo y la vida que no procedieran de nuestras propias raíces, de abajo para arriba, donde pudiéramos encontrarnos con nosotros mismos y, en libertad, tuviéramos algo que ofrecer en la concurrencia nacional.

Varias han sido las ausencias en este medio siglo de historia. A parte de otros deterioros que le ha dejado el tiempo, hay cosas evidentes. Una de ellas, global, que les envuelve a las demás, que refleja la totalidad de los elementos de concepción de los procesos educativos impuestos, consciente o inconscientemente, a través de la Facultad de Humanidades. No es que vayamos a negar el valor de lo que llega de fuera, no. Pero es importante tomar como punto de partida nuestras realidades: partir del hombre, del bosque y del agua, y de los ríos, y tener el coraje de arriesgarnos a emprender un camino nuevo que signifique una remodelación, o reconsideración del paisaje humano del universo. Esto ha hecho que abordemos la realidad del hombre de nuestra tierra desde perspectivas ajenas o, al menos, nunca en diálogo con otras, tal vez válidas en otros mundos, pero ajenas a la visión de aquellas dimensiones humanas de las que nuestra Alma Máter se siente responsable.

Tan ajena ha estado nuestra casa de estudios a la propia realidad de los hombres y mujeres de nuestra tierra, que, por ejemplo, nunca han dado respuesta a las sociedades urbanas que tenemos ante nuestra piel y nuestros ojos. Preguntamos críticamente desde esta columna qué cantidad de respuestas hay para lo que acontece en nuestras megápolis, como sabemos estadísticamente de dónde proceden en este momento las migraciones, o en qué nivel estadístico racial nos encontramos, o cuántas son las poblaciones indígenas que han migrado del campo hasta la urbe, etc. No disponemos de respuesta alguna a las urgencias de valoración de nuestro presente y nuestro futuro, andando a la deriva. Sin entender dónde está la raíz de nuestros males.

Hay, además, otras realidades que nos llevan a entender que el problema no estaba tanto en la propuesta que llegaba desde Lima. Los mayores colaboradores del sistema estaban acá: el modo de ver nuestra comprensión de la realidad llevaba consigo no haber aceptado la propuesta concreta de la ley de creación que implicaba, ya desde el texto original, que la UNAP habría de fundar un instituto de investigaciones y una Facultad de Antropología que, de alguna manera, significase una aproximación a una investigación sobre dos aspectos que se han venido convirtiendo con el paso del tiempo en la única salida para un desarrollo alternativo del mundo: la búsqueda de la racionalidad en lo que ha venido haciendo la gente desde hace miles y miles de años y la concurrencia en el descubrimiento de dimensiones innovadoras en los cambios que pretendería la sociedad con el apoyo humano, sean a través de nuevos modos de plantear nuestras realidades o recurrir a fuentes de investigación.

Vemos con los mejores ojos estas señales de salir del “mal sueño” y esperamos desde KANATARI seguir acompañando las tareas propuestas en los distintos foros de la semana de celebración de los 53 años de vida lo que constituye nuestro centro principal del saber. ¿Cómo vamos a comprendernos y a comprender este maravilloso mundo en que vivimos sin que nuestra UNAP, nuestra Alma Máter esté lo más posiblemente unida a las aspiraciones de nuestros pueblos?