¿Para cuándo la educación rural en nuestra región?

(Foto: Por PÓLEMOS - 25 septiembre 2016, Portal Jurídico Interdisiplinario)

  • GABEL DANIEL SOTIL GARCÍA
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP

Espero que las declaraciones de la actual ministra de Educación respecto a que va a dar prioridad a la educación de las áreas rurales de nuestro país se hagan realidad, pues será muy poco lo que se avance en el cambio educativo si es que seguimos mirando solo desde las áreas urbanas de nuestra selva. Y es que necesitamos aprender a mirar desde la intimidad del bosque, desde donde aún perduran otras formas de ser y actuar en las personas y con el entorno ambiental, para tomar nuevas decisiones, que nos lleven al logro de nuevos resultados.

Nuestro Loreto, conformante de nuestra Amazonía, es un espacio predominantemente rural, salvo pequeñas extensiones, en donde se concentra más del ochenta por ciento de la población regional; sin embargo, la educación formal que allí venimos desarrollando, proviene de diseños elaborados para ambientes urbanos de nuestro país, generando muy diversos conflictos por las contradicciones que ello significa, revelándose así la carencia de una política de desarrollo educativo pertinente para estas áreas, tanto en el nivel nacional como regional. Esos conflictos tienen su máxima expresión en la indetenible marcha migratoria del campo a la ciudad, sobre todo del segmento etario joven, que se desplaza en búsqueda de condiciones de vida inducidas por los mensajes de la educación.

Salvo los intentos del Ministerio de Educación, de diseñar programas para atender las áreas rurales de nuestro país, con muy poca pertinencia en nuestro caso; aún carecemos de una política educativa regional para la atención específica con programas coherentes, con las características propias y diferenciales de la zona rural, elaborados con la necesaria fundamentación en sus características y necesidades.

En un somero diagnóstico de las acciones educativas que se viene desarrollando en dicha zona de nuestra región, podemos afirmar que:

- Hasta el presente las preocupaciones referidas a la educación rural amazónica se han agotado en la construcción de centros educativos con diseños y material de procedencia urbana, dirigida a aplacar las exigencias comunales.

- El currículo y el deficiente material didáctico con que cuentan estas escuelas son incompatibles con las respuestas que requieren los pueblos rurales.

- Los locales escolares, los horarios, los calendarios, la dinámica institucional que caracterizan a la actual educación rural, expresan una total incongruencia con el entorno cultural, ecológico, económico, etc.

- La calidad de la misma no ha merecido una real y auténtica preocupación por parte de nuestras autoridades regionales.

- Las instituciones educacionales (escuelas) rurales vienen funcionando con roles y finalidades impuestas, razón por la cual no han respondido a las reales necesidades de desarrollo rural de nuestra región, a pesar del proceso de regionalización político-administrativa en actual ejecución. Son cajas de resonancia de las decisiones administrativas urbanas.

- Las normas que las rigen son las mismas que se aplican a las escuelas urbanas, a pesar de las profundas diferencias que hay entre unas y otras.

- La formación de los profesores para que ejerzan una acción formativa coherente con las características humanas, sociales, culturales y ecológicas aún no se ha asumido en toda su trascendencia; no tiene la prioridad que debería dada su importancia para lograr la pertinencia pedagógica, ecológica y social que se requiere.

Son estas características del funcionamiento de las instituciones educativas del medio rural las que nos han llevado a calificarlas como “escuelas esmeraldas”, por cuanto solo sirven de adorno a las comunidades, sin ningún significado trascendente para el mejoramiento de la calidad de vida de sus vivientes y la conservación del equilibrio ecológico que se requiere en los actuales momentos de amenazas reales del proceso de cambio climático que nos viene afectando a escala planetaria.

Por lo tanto, se hace indispensable que todas las instituciones concernidas dediquen un especial esfuerzo para diseñar una política educativa diferencial y específica, que posibilite una acción formativa que garantice la calidad de dichos servicios como instrumentos para el logro progresivo de nuestro desarrollo humano regional.

Estando a las puertas de un nuevo año escolar, se hace de suma urgencia el brindar la necesaria y pertinente atención a elaborar lineamientos administrativos para desarrollar una acción educacional con mayor pertinencia en nuestro medio rural, cuyas características exigen decisiones compatibles con sus características.

Bueno sería que, aprovechando las promesas de la actual ministra Marilú Martens Cortés, se la invitara con su equipo técnico a trabajar nuevos lineamientos para afrontar este gran desafío que significa la educación rural amazónica.

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