Anhelos humanos
No importa si sabe escribir bien, ni si sabe formular una pregunta, no interesa si hila bien su pensamiento para encargar al “monstruito” la razón de su duda o ignorancia; él se encargará de indicarle las mil opciones donde podrá definir ¡por fin! su inquisición y, ¡oh maravilla!...
- Selva Morey Ríos
- Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
Las redes sociales están nutridas de consejos, citas que arengan hacia la salud, la paz, el bienestar, la vida, el amor, la felicidad. Cadenas de oración que amenguan la ansiedad que, como seres mortales, nos aplasta la realidad de nuestra propia naturaleza. Nacimos, no lo pedimos, no lo sabíamos, simplemente un día aparecimos en el mundo, en un pequeño mundo de personas que recibieron este regalo, producto del amor, o de la necesidad, del odio tal vez; o de la venganza, o la insensatez. ¿Qué podemos saber de la intrincada maraña de sentimientos que albergamos los seres humanos en la consecución de objetivos que no son necesariamente los más sanos, puros y limpios? Instalados y pertenecientes a este mundo, navegamos sus aguas limpias y serenas, a veces; turbulentas, impredecibles, otras. Anhelantes fabricamos mundos fantasiosos, que cual cántaro de la lechera, mueren en el intento. La realidad mundana nos muestra la descarnada verdad de la competencia por sobrevivir. Pero un paliativo que se estableció en nuestras vidas desvelando muchos secretos que ayer fueron tabú, y en cuyo tiempo de vigencia de esta conciencia dormida, ignorante de muchas realidades que al fin se descubrieron fuimos felices o por lo menos vivimos con alguna satisfacción y cuanto ocurriera, producto del azar, o del desconocimiento, no constituían grandes barreras para lo cotidiano. Ignoramos muchas cosas, dejamos la verdad de ellas a quienes correspondía y crédulos de su palabra la vida era más natural, más llevadera. Pero, hubo un tiempo que eclosionó otra realidad y quedamos ensimismados por el hallazgo de las respuestas a preguntas que nunca nos atrevimos a hacer, o que fueron siempre un secreto; entonces, como abejas que buscan el panal, corrimos y nos instalamos en esta nueva realidad de la vida, sin velos, sin tapujos, descarnada, atemporal, mostrando inmisericorde lo que ayer era prohibido, ahora estaba totalmente revelado.
¿Qué vemos ahora en este medio cibernético, virtual de anhelos humanos idealizados en una multiplicidad versátil, compleja e intrincada variedad de cuanto se conoce? Se encuentra de todo, como diríamos en un tiempo, “como en botica”. No es raro observar el interés que por horas atrae este conductor de mensajes a las personas de diferentes edades y sexo; el teléfono celular sofisticado, múltiple en funciones: audífono, radio, redes sociales, grabadora, whatsaap, video, etc.; que es el aparato móvil, manuable, frágil y de poderoso alcance que, como caja de pandora en su interior guarda la cura, la solución, el remedio, para casi todo. Infinidad de recetas para curar heridas, cánceres; males gastrointestinales, coronarios, embolias cerebrales; bursitis, dentinitis, de la A a la Z en estricto orden alfabético, todo está descubierto, qué es bueno para esto y aquello; pócimas preparadas sobre la base de productos naturales; mantras de sanación importados efectivos y de gran utilidad; tenemos respuestas, podemos ensayar formas correctivas y paliativos para casi todo. Ya no hay enfermedad que se resista al “gurú cibernético que nos acompaña siempre”, es el bálsamo, la esperanza, la solución. También la cocina encuentra un espacio especial con el tutorial de recetas fáciles, sencillas. Alimentos especiales para cada caso, bajar de peso, subir de peso. Ejercicios y deporte para moldear figuras al gusto de cada quien. Cómo hacer cosas útiles para el hogar. Cantar, bailar, dormir, con los mejores consejos para lograrlo y satisfacer expectativas remotas, antes irrealizables. Hasta la vida en pareja está solventada por este moderno mago de las concesiones. Realmente, es tan fácil, tan cómodo, tan atractivo; solo se trata de imaginar algo y encargárselo a esta caja de sorpresas. No importa si sabe escribir bien, ni si sabe formular una pregunta, no interesa si hila bien su pensamiento para encargar al “monstruito” la razón de su duda o ignorancia; él se encargará de indicarle las mil opciones donde podrá definir ¡por fin! su inquisición y, ¡oh maravilla!, encontrar fielmente la respuesta que requiere.
Sin embargo, la gran utilidad que ha traído esta modernidad, también ha sembrado esperanza y expectativas para quienes lo usan con fines de aprendizaje, de mejora en la calidad de su vida. La parte que no es productiva es la exclusividad y fanatismo por la digitación y el cliqueo de esta actividad en la búsqueda incontrolable de comunicación; sin recordar que hay otras formas que también son tan eficientes para el trabajo y la vida. Conversar cara a cara, leer un buen libro, asistir a una conferencia. En fin, todo anhelo humano debe satisfacerse e ir buscando, cual máquina marcoviana, la razón y fundamentos de una vida plena, satisfactoria en un mundo convulso y complejo en que se ha convertido este espacio donde vivimos.