La importancia del perfil como garantía de excelencia y calidad

En el concepto de competencia se integra el saber, el saber hacer y el saber ser...

  • Selva Morey Ríos
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey@hotmail.com

Siempre estamos oyendo decir que “no cumple con el perfil”, “no es el perfil adecuado”, “le falta perfil para el desempeño”. A qué se refieren con estos comentarios. Un perfil no es otra cosa, que el conjunto de capacidades y competencias que una persona posee para el desempeño óptimo de alguna carrera o profesión, que está preparado para sortear contingencias propias de ese desempeño y sabe cómo solucionar los impases o problemas que se le presenten. Estas capacidades están relacionadas con la fortaleza física y mental, y el conocimiento previo conocido como experiencia que define la aptitud y el desempeño de variadas formas de encaminar las actitudes en las diferentes circunstancias que se le presenten al ser humano. Por su parte, las competencias, como características de la persona, se relacionan con una actuación exitosa en su desempeño profesional o laboral. En el concepto de competencia se integra el saber, el saber hacer y el saber ser. Son conocimientos, habilidades y actitudes cuyos resultados tangibles nos informan del grado de dominio conseguido en las actividades de desempeño. Se desarrolla, se actualiza en la acción. Se vincula a un contexto, a una situación dada. Es perfectible.

En nuestro medio, en el que poco a poco va descubriéndose la importancia de la calidad del servicio que cada quien en su desempeño laboral, profesional, amical, social, brinda en su entorno variado y cercano, va resultando vital. Las personas observamos las conductas y los desempeños con perspicacia, para sacar conclusiones que respondan a las interrogantes que internamente nos formulamos, las mismas que luego llevan a la opinión seria y la acertada conclusión o decisión.

En un microespacio social, el perfil de alguien sujeto a presiones por su desempeño de atención al público, requiere de una gran dosis de tolerancia, respeto, diplomacia y relaciones humanas; ninguna persona al frente de una responsabilidad de atención a personas puede intentar siquiera faltar el respeto a otra, ni aún con un gesto, una mirada o peor, con una palabra descortés. Dejaría muy mala imagen de la institución, instancia o persona a la que representa. La crítica mordaz e inevitable que acarrea este tipo de comportamiento fluye con una dinámica increíble y copa todo espacio social o laboral creando aquello comparado con la frase de Virgilio: Carpent tua poma nepotes (Por sus frutos los conoceréis).

En un espacio mayor como en los tiempos que vivimos, convulsionados por el “sacrificio electoral”, porque lo es; no estamos seguros ya si los perfiles de nuestros futuros gobernantes conllevarán al país por las sendas de urgentes cambios que necesitamos para crecer y desarrollarnos en un clima de tranquilidad y seguridad. Cómo creerles si infringen la ley, los mandatos, si la mentira mueve sus decisiones, si consideran al pueblo incapaz de reaccionar a pesar de la flagrancia de su innoble actuación. Y surge entonces el perfil ideal que requerimos para alguien que nos gobierne y con el cual estemos satisfechos para ser capaces de cantar con alegría la sexta estrofa de nuestro himno nacional porque hasta donde estamos sobreviviendo, los primeros cuatro versos de la primera estrofa son una realidad, ya va siendo tiempo que las otras cuatro reinvindiquen nuestro pueblo.

¿Esperaremos para decir, como ya estamos acostumbrados, “elegir al mal menor” o, entre ambos, acertar con el que merece el país? ¿El perfil? Honestidad, responsabilidad, respeto y una férrea voluntad de servicio. No interesará, opino bisoñamente, si es cuadrado, amarillo, platinado; solo que necesitamos un ser humano íntegro, valiente y con mucha visión para enrumbar nuestra patria rescatándola de la inseguridad, la delincuencia, la corrupción y el entreguismo. Y en el Parlamento, necesitamos neoprecursores-ejecutores que planteen los cambios que urgentemente necesitamos a partir de un gobierno democrático, justo, reinvindicativo, que genere paz social, fe en sus gobernantes; y así y solo así, nuestra patria y su gente podrá decir con convicción, ¡Somos libres, seámoslo siempre!