Un fiel amigo, siempre presente

De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria” (JORGE LUIS BORGES)

  • Selva Morey Ríos
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey@hotmail.com

¡Cuántos mundos, personajes creados, inimaginables situaciones, increíbles caracteres, son los que pueblan el universo de la imaginación, de la creatividad!

Desde el Mío Cid que lleva a la victoria a su pueblo cabalgando más allá de la vida; Penélope que teje y desteje mantas para ahuyentar a sus pretendientes en La odisea; Remedios, la bella, que asciende a los cielos cual moderna virgen en Cien años de soledad; y todas las caracterizaciones de los personajes de ficción que han hecho y hacen la delicia de los lectores, son una muestra del invento más importante de los tiempos. Aún hoy con la tecnología que nos abre posibilidades ignotas, donde el libro sí está presente, pero no con la calidez y frescura con que se acomoda en las manos, percibimos su importancia para moldear, educar, fortalecer, distraer, corroborar lo que en sus extensas líneas nos ofrece, dadivoso, democrático, generoso.

Cuántas veces hemos iniciado una lectura que, en su momento, constituía nuestro interés exacerbado; algunas veces, por circunstancias tocantes directamente con nuestras inquietudes momentáneas, con mucha fruición hemos devorado sus páginas y al final, pasada la emoción, no lo concluimos, dejando ¡quién sabe!, mensajes valiosos con mucho contenido.

En algunos años de mi adolescencia, recuerdo haber leído con sumo interés las novelas de Pearl Buck (Viento del este, viento del oeste) y su temática asiática, de conocidos mundos de sacrificio y superación; por mi padre, que fue un empedernido lector, conocí a Irwing Wallace (El premio, La palabra), Anatole France (La isla de los pingüinos), Giovanni Pappini (Gog), volúmenes varios que se encontraba en cada rincón de la casa, junto a revistas de calidad y de múltiple temática, que aún hoy se encuentra en el comercio y quien quiera puede acceder a la notable y centenaria edición de las Selecciones del Reader´s Digest. Ya en épocas de formación profesional, recuerdo haber leído un libro voluminoso de 735 páginas tras el magnicidio de John F. Kennedy, titulado Muerte de un presidente de William Manchester; posteriormente, las obras recomendadas por los catedráticos de la época, entre ellos la gama fabulosa de Gabriel García Márquez, Nobel colombiano; Mario Vargas Llosa, Nobel peruano, a quien con gran curiosidad he seguido en las diferentes actuaciones de su singular vida: Los cuadernos de don Rigoberto, La casa verde, El pez en el agua, La tía Julia y el escribidor, entre otros; pasando además por los escritores del boom latinoamericano: Cortázar, Fuentes, Carpentier, Rulfo, con sus fabulosas creaciones, muchas de ellas obligatorias para el trabajo analítico de la carrera, que no tuvo la connotación de gran esfuerzo o sacrificio, sino más bien de exigido y grato placer que vino a conjugarse, a complementarse, con otros temas más objetivos, pero necesarios para la formación.

Aún hoy, la temática amazónica, apasionante, descarnada, constituye un acicate por conocer las raíces que nos preceden y es necesario saber: La vorágine de José Eustasio Rivera en la época del caucho, El fantasma del Amazonas de Roberto Reátegui, Arana: rey del caucho de Ovidio Lagos; los frescos y vivificantes relatos de nuestra mitología amazónica en la pluma de Víctor Morey en El motelo y el candor del relato infantil con la extensa obra de Orlando Casanova Heller y Germán Lequerica Perea.

Los libros forman, educan, influyen, de tal suerte que el refrán cotidiano “Dime con quién andas y te diré quién eres” podría reemplazarse también por “Dime qué lees y te diré qué piensas”. Su valor, en la vida del ser humano, no puede desestimarse, y más bien debería ser uno de los trabajos personales en la búsqueda de la superación individual, porque ya sabemos en las corrientes de globalización actual que vivimos, el conocimiento es el verdadero poder. Algunos autores abrirán derroteros en la conciencia que es preciso leer. Al periodista futurólogo Alvin Toffler con su famosa trilogía de análisis del mundo: La tercera ola, El shock del futuro, El cambio de poder; complementando con La revolución de la riqueza. Al antropólogo Desmond Morris: El mono desnudo y El zoo humano. Al escritor Aldous Huxley: Un mundo feliz. En suma, el libro nos acompaña de por vida; nos informa, convence, reitera, alerta, recuerda, entretiene; es un amigo leal y pronto al deseo de quien quiera recorrer sus líneas; no guarda ningún sentimiento de rechazo por olvidarlo en un rincón; sigue cumpliendo su misión de transportar al que desea, a mundos ignotos, fantasiosos, conocidos o desconocidos para hacerle saber que, para su esencia, lo único importante es ser leído y entendido.