Descentralización, un sueño fallido

(Imagen: El Comercio

  • Selva Morey
  • Docente principal de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UNAP
  • selvamorey75@gmail.com

Hemos decidido y participado en la convocatoria nacional para elegir, según nuestras expectativas y tendencias ideológicas, a nuestros gobernantes de los próximos cinco años. Dramáticos suelen ser los resultados de toda contienda, máxime si, a pesar de la tecnología de avanzada, donde todo es vertiginoso, demoran en llegar los resultados porque nuestra patria es grande, en cada rincón más recóndito hay un peruano haciendo peruanidad, sin tener los medios para vivir sin zozobra, faltos de todo cuanto tienen en demasía en otras latitudes de nuestro país. Estas necesidades de las grandes mayorías, solo están satisfechas para un grupo pequeño de habitantes. No obstante, su lucha y arraigo nacional lo mantienen en pie y luchando por la integración social que le corresponde como derecho. Muchas son las causas que han devenido en lo que ahora estamos viviendo, un clamor vivo e intenso de los peruanos por encontrar eco a sus demandas, una desazón permanente con visos de incertidumbre y desánimo porque no le llega el reconocimiento a sus derechos básicos, su origen, su dignidad. En la coyuntura actual de elecciones reñidas y cuasi igualitarias, podemos ver un Perú polarizado, para la demanda, el descontento y la frustración —centro y sur del país—; el confort y oportunidades para la capital y algunas ciudades de la Costa, beneficiadas por el progreso y las oportunidades. Pero, esta comparación no es tan cierta, aunque popularmente se la conciba así. Por muchísimo tiempo se pensó en que la descentralización podría ser la solución para que los pueblos se beneficien equitativamente, se atienda a las ciudades aledañas dotándolas de formas de inversión y, en la alianza territorial con otros pueblos, constituir la llamada regionalización que se pretende, se pensaba esa sería la solución a los álgidos problemas de los pueblos.

Desde 2002, en el gobierno de Toledo se oficializó la descentralización, con miras a la regionalización y posteriormente tener el control del país con equidad. Infortunadamente, esto no dio el resultado en la ejecución de la descentralización concebida para la regionalización posterior, por los vicios de los gobernantes, quienes fueron los llamados a poner en marcha lo que hubiera sido el movimiento dinámico más grande para el logro de los objetivos de la nación, pero sin supervisión, sin cooperación de la ciudadanía por ignorar el gran proyecto que se ofrecía, no se pudo lograr, y mucho menos dejando a los presidentes de gobiernos regionales (denominación inicial de los ejecutivos designados para esta modalidad de gobierno), con la libertad de ejecutar el presupuesto regional pensando en todo, menos en lo que se había concebido y destinado. Para el éxito de este sentir hubiera sido importante difundir masivamente los alcances de este gran proyecto a todos, teniendo como sus voceros a las autoridades del sector público y privado. Hacer eco de lo mismo en colegios y universidades. Difundirlo no solo como una noticia jerárquica sino hacerla más familiar exaltando los grandes beneficios que hubiéramos podido lograr, si acaso prosperaba la idea. Pero obviamente para lograr este nivel de participación se necesita en los puestos clave de toda institución, empresa, etc., ciudadanos a cabalidad, personas con criterio, con educación, informadas, que accedieran al puesto público por meritocracia, porque son buenos ciudadanos, con estudios de nivel superior, para el buen e idóneo desempeño que se les confía. Conocedores, estudiosos, investigadores y acuciosos observadores del entorno interno y externo para adoptar las decisiones importantes en procura del bienestar común. Es que toda innovación en el país debe pasar por capacitar a los mejores cuadros de profesionales o personas conocedoras de su ámbito en los planes de tal o cual proyecto nacional; pero no se trata de que sean solo profesionales, sino también deben ser probadamente honestos, sensibilizados con la problemática nacional dispuestos a sacar adelante todos los compromisos con el pueblo y comulgar con las reglas establecidas en nuestra patria, es decir, respetar la república democrática, social, independiente y soberana que constituye el gobierno nacional que, además es el legado de nuestros ancestros que la defendieron con sus vidas.

Nuestro país, Perú, tiene grandes espacios de crecimiento y desarrollo, deberíamos ser un país orgulloso, pacífico, conciliador, líder en la región, aunque profundamente cautelador de nuestra riqueza, porque esta es para todos y eso en la realidad no ocurre. La escuela pública carece de lo indispensable, sus maestros, algunos improvisados no dan la talla para ser formadores de conciencia y valores patrióticos de sus pupilos; mal pagados, sin reconocimiento a sus méritos. Para muestra un botón. Somos los peruanos los que estamos fallando, pero tiene una razón y es que hubo mucha desatención a las grandes mayorías. Ante la gran oportunidad del clima variado por regiones, una gran biodiversidad que nos convierte en el destino de moda de Sudamérica; una variedad de ecosistemas impresionante, paisajes desbordantes, hermosas ciudades cargadas de historia, cultura, tradiciones, playas, fauna, flora... y, por supuesto, su deliciosa y afamada gastronomía. No sabemos cómo acometer estas grandes oportunidades, o mejor, no tenemos la capacitación ni la inversión necesaria para llevar a cabo nuestros planes. Los bancos y entidades financieras que deberían cooperar con el engrandecimiento del lugar de donde sirven y se sirven; fomentando a través de sus capitales la creación de espacios para que los jóvenes puedan irse preparando mientras estudian; otorgando posibilidades de inversión a bajos intereses para los emprendedores, fomentando la educación técnica con apoyo de particulares. La empresa radiodifusora, estableciendo programación útil para que los jóvenes puedan ir concientizándose en los valores que aplicarán en su vida diaria. Todo empieza por la formación de la juventud y eso es educación. Y eso es lo medular. Los docentes formamos personas, esa es una gran tarea y depende de la importancia que demos a este aspecto para constituirnos en un país fuerte, con seres humanos pensantes y discriminadores de las tendencias mundiales que, con seguridad querrán avasallar a un país que se ubica con gran fortaleza en el contexto sudamericano manejando con inteligencia y proyección el timón de su destino.